lunes, 15 de noviembre de 2010

La que enciende las velas, Vilota Parra

Jueves 30 de Septiembre de 2010
 
La que enciende las velas

Cristián Warnken

Violeta Parra no necesita que la defienda nadie, y, sin embargo, yo salgo a defenderla ahora que empieza la primavera. Este domingo es el cumpleaños de esta mujer eterna. Su hermano menor escribió hace años, con el amor a flor de piel, "Defensa de Violeta Parra". El poema más dulce del antipoeta más irónico y lúcido de todos. En esa defensa, Nicanor Parra parece llorar y cantar como un niño que perdió a su madre.

Es que su hermana nos dejó huérfanos a todos. Porque todo lo que salió de su voz y de sus manos es de lo más sagrado, de lo más puro que ha brotado de esta tierra. Alimento para el alma que anda a veces hambrienta. Ni el agua de la cordillera más alta es tan pura como la vida y la obra de Violeta Parra. No lo olvidemos. No andemos por ahí contando cuentos, haciendo retratos hablados de ella, la que sacrificó su vida para sólo crear, desde el alba hasta el crepúsculo, sin tregua, obrera del absoluto a la que le tocó nacer -por azar- en esta tierra.

Por favor, no metan a Violeta Parra en la farándula, no la usen para titulares de tinta negra, no pelen a la flor más bella después de muerta. No hay derecho: ya sufrió bastante en este valle de lágrimas, en este erial donde lo único que hizo fue sembrar, sembrar, sembrar. Nunca cosechar. Ella nunca guardó para el invierno, porque no fue hormiga sino cigarra. Pero algunos le quitaron de lo poco que tenía (su obra) y lo siguen haciendo, lucrando de ella. Que nadie nos venga a decir ahora que no era una santa. ¡Por favor! Si ella no merece estar en el santoral, ¿quién merecería estar ahí? Santa Violeta del Pueblo, digámoslo con todas sus letras: no es beatería ni locura, sino la pura y santa verdad. ¿Qué más santo que esa mujer que se puso a cantar y a flotar sobre el ninguneo y la pellejería?

No se exagera nunca cuando hablamos en grande de la artista más excelsa, la creadora en estado puro, la destiladora de esencias. ¡Cómo nos cuesta en Chile aceptar y valorar la grandeza! Siempre tiramos para abajo lo que eleva sobre el peso de la noche. No soportamos la libertad de los que vuelan por sobre la media rasante de la mediocridad y la envidia a la vena. Miren cómo carcomieron con copucha a Gabriela Mistral, sin leerla siquiera.

Orden del día: de Violeta Parra, léanse sus "Décimas" y guárdese silencio. Sólo cabe guardar silencio ante tanta autenticidad, tanto don, tanta belleza. Los copuchentos y copuchentas de Chile quisieron descuerarla viva en vida, pero no pudieron. Ahora vuelven a la carga. ¡Qué miseria!

Por eso yo salgo a defenderla, aunque ella no necesite defensas. En realidad, me defiendo a mí mismo y a ti y a todos de quedarnos en las minucias y calumnias biográficas, en vez de buscar entre sus obras la dosis necesaria de Violeta para estos tiempos de tontería y falta de delicadeza. Porque Violeta Parra, leída y escuchada a fondo, es la hierba medicinal para los males de esta época. Toronjil para la pena y el vacío. Violeta azul para toda tristeza. Porque ella es la hierba y el jardín, ella es los pájaros cantando y la enredadera. Ella, la raíz, el rocío y la estrella. La pasión y la sapiencia.

Yo estoy leyendo sus cartas que son verdaderos poemas. Me pregunto: ¿cómo alguien puede recibir tanto dolor y convertir ese dolor en belleza? ¡Qué milagro, qué tesoro descuidado por la dejación chilena! ¡Cómo nos hizo falta ella en esta fiesta de los 200 años! Pero ahí estuvieron Isabel, su hija, y Tita, su nieta, huérfanas, como tú y yo, de ella. Y ahí estaba presente también Antar, su bisnieto que se fue a buscarla más allá de esta tierra. Yo los vi sacando la voz, tomando la posta, con el mismo arte y dulzura y coraje de la ausente, con dignidad austera en medio de la nada y la fiesta. Este domingo Violeta Parra está de cumpleaños. Pero, ¿es que acaso la inocencia y la canción tienen edad? Yo no he visto nunca a la pureza apagando velas, sino izando velas para cruzar la tempestad.

¿Cómo alguien puede recibir tanto dolor y convertir ese dolor en belleza?

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