ACTIVIDAD CULTURAL
Lunes 13 de Septiembre de 2010
Rescate patrimonial:
Se reúnen en un libro esas tonadas que Chile canta de norte a sur
En una monumental tarea , el investigador autodidacta Santiago Figueroa compiló y catalogó más de mil piezas en "Cancionero de la tonada chilena".
Constanza Rojas V.
Rescate patrimonial:
Se reúnen en un libro esas tonadas que Chile canta de norte a sur
En una monumental tarea , el investigador autodidacta Santiago Figueroa compiló y catalogó más de mil piezas en "Cancionero de la tonada chilena".
Constanza Rojas V.
Santiago Figueroa (1939) colecciona música chilena hace más de 40 años. En un principio eran discos de vinilo, luego casetes y CD. Se compró un instructivo para escribir partituras y así, 100% autodidacta, acumuló miles de fichas con música y letras del canto popular.
Ahora, un valioso conjunto de 1.052 tonadas compiladas y catalogadas por Figueroa aparece en un libro editado por Tajamar. Tal como hace unos años publicó "Cancionero de la cueca chilena", ahora en "Cancionero de la tonada chilena" homenajea a este canto que bien ha sabido acompañar al hombre.
"La tonada pervivió en ambientes de familia, de trilla, de rodeo, de ramadas dieciocheras, y de fiestas populares, donde la cantora llevaba su guitarrita y entre baile y baile entregaba su tonada. Había algunas tristes, otras para alegrarse, para bodas y para celebrar santos o Navidad", dice Figueroa. Cuenta que la tonada partió en el campo, pero hoy la ve ramificada desde Copiapó hasta Concepción, con su centro vital en la Sexta y en la Séptima Región.
La tonada no tiene fecha clara de origen, pero se sabe que nació para ser cantada. Circuló impulsada por la tradición, de boca en boca, más que impresa en un papel, y siempre en voces femeninas. La tonada es de la cantora, esa mujer fuerte que aparece armada con su guitarra y una gran memoria para recordar el repertorio. Y el pulso que la guitarra toma en la tonada chilena es único. "Correspondería musicalmente a un alegro ", explica el folclorista.
La única tonada que Figueroa reconoce como emblemática es "Yo vendo unos ojos negros". Entre las demás no quiere hacer distinciones: "Son 1.052 tonadas, son 1.052 hijos. Todas merecen haber sido transcritas". Pero en este gran corpus, distingue una evolución, un cambio entre la tonada de ayer y la de hoy. "Antiguamente eran humanistas, ahora son más bien paisajistas. Antes su temática estaba relacionada con los sentires del ser humano, el dolor, la ausencia, la alegría, la amistad. Hoy no se habla de esto, que era la esencia del canto popular que viene de Andalucía, sino que, por ejemplo, narran lo que hace el campesino, su quehacer diario. Se habla del campo, pero por referencias, no por vivencias", precisa Figueroa, y recuerda lo que alguna vez escuchó decir al músico e investigador Raúl de Ramón: el hombre de ciudad cuando se va al campo construye una casa con grandes ventanales para ver el paisaje. El hombre de campo, en cambio, tiene ventanas pequeñas, porque no necesita ver el paisaje: él es parte del paisaje.
Loyola y otros "Fui alumno de Margot Loyola. Estoy en el folclor porque un día, hace 40 años, ella me dijo: 'Usted está listo'", dice Figueroa, quien la destaca dentro de las figuras que se han encargado de investigar y difundir la tonada, junto a Violeta Parra, Gabriela Pizarro, Manuel Dannemann, Raquel Barros, y otros.
Ahora, un valioso conjunto de 1.052 tonadas compiladas y catalogadas por Figueroa aparece en un libro editado por Tajamar. Tal como hace unos años publicó "Cancionero de la cueca chilena", ahora en "Cancionero de la tonada chilena" homenajea a este canto que bien ha sabido acompañar al hombre.
"La tonada pervivió en ambientes de familia, de trilla, de rodeo, de ramadas dieciocheras, y de fiestas populares, donde la cantora llevaba su guitarrita y entre baile y baile entregaba su tonada. Había algunas tristes, otras para alegrarse, para bodas y para celebrar santos o Navidad", dice Figueroa. Cuenta que la tonada partió en el campo, pero hoy la ve ramificada desde Copiapó hasta Concepción, con su centro vital en la Sexta y en la Séptima Región.
La tonada no tiene fecha clara de origen, pero se sabe que nació para ser cantada. Circuló impulsada por la tradición, de boca en boca, más que impresa en un papel, y siempre en voces femeninas. La tonada es de la cantora, esa mujer fuerte que aparece armada con su guitarra y una gran memoria para recordar el repertorio. Y el pulso que la guitarra toma en la tonada chilena es único. "Correspondería musicalmente a un alegro ", explica el folclorista.
La única tonada que Figueroa reconoce como emblemática es "Yo vendo unos ojos negros". Entre las demás no quiere hacer distinciones: "Son 1.052 tonadas, son 1.052 hijos. Todas merecen haber sido transcritas". Pero en este gran corpus, distingue una evolución, un cambio entre la tonada de ayer y la de hoy. "Antiguamente eran humanistas, ahora son más bien paisajistas. Antes su temática estaba relacionada con los sentires del ser humano, el dolor, la ausencia, la alegría, la amistad. Hoy no se habla de esto, que era la esencia del canto popular que viene de Andalucía, sino que, por ejemplo, narran lo que hace el campesino, su quehacer diario. Se habla del campo, pero por referencias, no por vivencias", precisa Figueroa, y recuerda lo que alguna vez escuchó decir al músico e investigador Raúl de Ramón: el hombre de ciudad cuando se va al campo construye una casa con grandes ventanales para ver el paisaje. El hombre de campo, en cambio, tiene ventanas pequeñas, porque no necesita ver el paisaje: él es parte del paisaje.
Loyola y otros "Fui alumno de Margot Loyola. Estoy en el folclor porque un día, hace 40 años, ella me dijo: 'Usted está listo'", dice Figueroa, quien la destaca dentro de las figuras que se han encargado de investigar y difundir la tonada, junto a Violeta Parra, Gabriela Pizarro, Manuel Dannemann, Raquel Barros, y otros.
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