Liderazgo educativo chileno se diluye en la enseñanza preescolar
Estudio comparativo de 21 países de América Latina
Lunes 11 de Octubre de 2010
Estudio comparativo de 21 países de América Latina
Lunes 11 de Octubre de 2010
Investigadores de la Universidad Diego Portales compararon tasas de matrícula prebásica y se encontraron con que la chilena es menor a la de países como Cuba, México y Ecuador.
Pamela Elgueda T.
Pamela Elgueda T.
Chile tiene el Índice de Desarrollo Humano (IDH) más alto de América Latina. Un ingreso per cápita de 13 mil 108 dólares, sólo superado en US$ 199 por el de México, y la segunda tasa de mortalidad infantil más baja de la región (8,1 cada mil nacidos vivos), después de la de Cuba (5 cada mil).
Liderazgo que, sin embargo, no se refleja en materia de educación preescolar, según un estudio elaborado por los investigadores Ernesto Treviño, Gabriela Toledo y Magdalena Cortínez, todos del recién estrenado centro de evaluación y monitoreo educacional Implementa, de la Universidad Diego Portales.
Pese a tener el mayor gasto público por niño en edad preescolar en la región (casi cinco mil dólares anuales), el porcentaje de menores de cinco años que asisten a la educación preescolar es de 37,4%, según los datos aportados por la Encuesta Casen 2009. Esta cifra es aún menor en el caso de los niños del quintil más pobre: sólo el 32,3% de ellos asisten al jardín infantil, kínder o prekínder, mientras que ese porcentaje es del 52,6% en el caso del quintil de más recursos.
Si sólo se considera a los menores de 4 y 5 años, la situación chilena se compone, aunque no está entre las mejores de la región. El 74,1% de ellos está asistiendo a prekínder o kínder, muy por debajo de países como Cuba, que ya en 2007 tenía una tasa neta de escolarización preprimaria del 99,4%. El mismo año, en México esa cifra llegaba al 96,9%, mientras Ecuador tenía al 83,3% de sus menores de 4 y 5 años asistiendo a clases.
El porcentaje de Chile es levemente superior al de Uruguay (72,2%) y cercano al de países como Panamá (61,4%) y Perú (64,2%), los que están en la parte media del IDH. De Argentina y Costa Rica, más cercanos a nuestro país en lo educacional, no hay cifras.
"La situación mejoró después del programa de aumento de salas cunas y jardines infantiles del gobierno de Michelle Bachelet", explica Ernesto Treviño, doctor en educación de la Universidad de Harvard. "Sin embargo, esto sólo vino a saldar una deuda pendiente. Y lo cierto es que sus efectos recién se están comenzando a ver".
Porque aunque la disponibilidad de cupos de esta enseñanza aumentó en el sector público, su "público objetivo" no parece muy convencido aún de enviar a sus niños a un establecimiento preescolar. De hecho, el 72,7% de los padres dijeron en la Casen que no envían a sus hijos al jardín infantil porque están mejor cuidados en la casa.
"Eso muestra que los padres chilenos no ven aún el preescolar como un lugar donde los niños vayan a aprender cosas importantes para ellos, sino como una guardería. Y ese pensamiento debe cambiar para que, efectivamente, la tasa de matrícula cambie".
A eso se agrega que la educación preescolar en Chile no es obligatoria, como sí sucede en los países de la región con mayor cobertura. "Si tomas esa medida, le das una señal muy potente a la población acerca de su importancia. Y la conveniencia de tomarla debe ser vista más allá de una discusión ecológica, sobre la base de la evidencia empírica dada por las neurociencias".
¿Calidad comprobada?
Otro punto en que América Latina está en deuda con la educación preescolar es en la evaluación de la calidad de los programas y sus efectos. Porque en este tema no hay dudas: mientras una enseñanza de calidad tiene efectos estimulantes y beneficiosos, fundamentalmente en los niños de familias más vulnerables, uno mala puede incluso provocar retrocesos en el desarrollo de un pequeño.
Hasta ahora, afirma Treviño, en la región no hay suficiente investigación que respalde, por ejemplo, los beneficios de la enseñanza prebásica en el desarrollo cognitivo y del lenguaje, evidencia que sí existe en estudios hechos en EE.UU.
Esto es algo que debe cambiar si se quiere convencer a los padres más incrédulos de enviar a sus hijos a la enseñanza preescolar.
27,3% de los menores de cinco años asisten a enseñanza preescolar en Guatemala, el país con menor cobertura conocida en la región.
61,9% era la tasa neta de escolarización preprimaria en América Latina en 2007, según datos de Unesco.
20,3 millones de niños asistían a enseñanza preescolar en América Latina en 2007. Cuatro millones más que en 1990.
Cobertura focalizadaSi hay un grupo favorecido especialmente por asistir a la educación preescolar, ese es el de los niños de las familias más pobres. El problema es que son justamente ellos los que menos asisten al jardín.
El trabajo de Implementa cita un estudio hecho en 2007 en Uruguay, que comprobó que el mayor impacto benéfico de esta educación se da en niños cuyas madres tienen baja escolaridad. También vieron que los niños se beneficiaban más que las niñas.
"Por eso el Estado debe focalizar su inversión en dar enseñanza preescolar a esos grupos de la población", estima Ernesto Treviño.
Liderazgo que, sin embargo, no se refleja en materia de educación preescolar, según un estudio elaborado por los investigadores Ernesto Treviño, Gabriela Toledo y Magdalena Cortínez, todos del recién estrenado centro de evaluación y monitoreo educacional Implementa, de la Universidad Diego Portales.
Pese a tener el mayor gasto público por niño en edad preescolar en la región (casi cinco mil dólares anuales), el porcentaje de menores de cinco años que asisten a la educación preescolar es de 37,4%, según los datos aportados por la Encuesta Casen 2009. Esta cifra es aún menor en el caso de los niños del quintil más pobre: sólo el 32,3% de ellos asisten al jardín infantil, kínder o prekínder, mientras que ese porcentaje es del 52,6% en el caso del quintil de más recursos.
Si sólo se considera a los menores de 4 y 5 años, la situación chilena se compone, aunque no está entre las mejores de la región. El 74,1% de ellos está asistiendo a prekínder o kínder, muy por debajo de países como Cuba, que ya en 2007 tenía una tasa neta de escolarización preprimaria del 99,4%. El mismo año, en México esa cifra llegaba al 96,9%, mientras Ecuador tenía al 83,3% de sus menores de 4 y 5 años asistiendo a clases.
El porcentaje de Chile es levemente superior al de Uruguay (72,2%) y cercano al de países como Panamá (61,4%) y Perú (64,2%), los que están en la parte media del IDH. De Argentina y Costa Rica, más cercanos a nuestro país en lo educacional, no hay cifras.
"La situación mejoró después del programa de aumento de salas cunas y jardines infantiles del gobierno de Michelle Bachelet", explica Ernesto Treviño, doctor en educación de la Universidad de Harvard. "Sin embargo, esto sólo vino a saldar una deuda pendiente. Y lo cierto es que sus efectos recién se están comenzando a ver".
Porque aunque la disponibilidad de cupos de esta enseñanza aumentó en el sector público, su "público objetivo" no parece muy convencido aún de enviar a sus niños a un establecimiento preescolar. De hecho, el 72,7% de los padres dijeron en la Casen que no envían a sus hijos al jardín infantil porque están mejor cuidados en la casa.
"Eso muestra que los padres chilenos no ven aún el preescolar como un lugar donde los niños vayan a aprender cosas importantes para ellos, sino como una guardería. Y ese pensamiento debe cambiar para que, efectivamente, la tasa de matrícula cambie".
A eso se agrega que la educación preescolar en Chile no es obligatoria, como sí sucede en los países de la región con mayor cobertura. "Si tomas esa medida, le das una señal muy potente a la población acerca de su importancia. Y la conveniencia de tomarla debe ser vista más allá de una discusión ecológica, sobre la base de la evidencia empírica dada por las neurociencias".
¿Calidad comprobada?
Otro punto en que América Latina está en deuda con la educación preescolar es en la evaluación de la calidad de los programas y sus efectos. Porque en este tema no hay dudas: mientras una enseñanza de calidad tiene efectos estimulantes y beneficiosos, fundamentalmente en los niños de familias más vulnerables, uno mala puede incluso provocar retrocesos en el desarrollo de un pequeño.
Hasta ahora, afirma Treviño, en la región no hay suficiente investigación que respalde, por ejemplo, los beneficios de la enseñanza prebásica en el desarrollo cognitivo y del lenguaje, evidencia que sí existe en estudios hechos en EE.UU.
Esto es algo que debe cambiar si se quiere convencer a los padres más incrédulos de enviar a sus hijos a la enseñanza preescolar.
27,3% de los menores de cinco años asisten a enseñanza preescolar en Guatemala, el país con menor cobertura conocida en la región.
61,9% era la tasa neta de escolarización preprimaria en América Latina en 2007, según datos de Unesco.
20,3 millones de niños asistían a enseñanza preescolar en América Latina en 2007. Cuatro millones más que en 1990.
Cobertura focalizadaSi hay un grupo favorecido especialmente por asistir a la educación preescolar, ese es el de los niños de las familias más pobres. El problema es que son justamente ellos los que menos asisten al jardín.
El trabajo de Implementa cita un estudio hecho en 2007 en Uruguay, que comprobó que el mayor impacto benéfico de esta educación se da en niños cuyas madres tienen baja escolaridad. También vieron que los niños se beneficiaban más que las niñas.
"Por eso el Estado debe focalizar su inversión en dar enseñanza preescolar a esos grupos de la población", estima Ernesto Treviño.
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