martes, 28 de diciembre de 2010

La niña que inspiró "Alicia en el País de las Maravillas"


Habla la bisnieta de la niña que inspiró "Alicia en el País de las Maravillas"

Cuando la bisabuela de Vanessa Tait entabló amistad con Lewis Carroll, pocos imaginaron que se convertiría en una de las relaciones más recordadas de la literatura. Mientras una nueva adaptación del relato arrasa en la taquilla, ella revela lo que ocurrió entre el escritor y su musa de cuatro años.  

VANESSA TAIT 
Cuando era niña, yo lucía tal como Alicia. Los mismos ojos oscuros, el mismo pelo corto, el mismo mentón. En el manuscrito original, Charles Dogson, conocido como Lewis Carroll, hizo un improvisado dibujo de mi bisabuela, Alice Liddell, su musa para el libro, y su parecido conmigo en esa época era impresionante. Una similitud que me persiguió durante mi niñez.
Crecí con las pertenencias de Alice a mi alrededor. Mi madre las guardó en una pieza con ventanas redondas que flotaba sobre la casa como un barco en el mar. Junto con miles de copias de "Alicia en el País de las Maravillas", había cajones llenos de cosas personales: pañuelos, un reloj, cartas de Dogson. Pero para mí sólo eran antigüedades. Alice no me interesaba. El libro me parecía aterrador: todo eso de crecer y encogerse y la violencia sin sentido. A menudo me preguntaban cuál era mi parte favorita, pero no lo leí completo hasta que fui una adolescente, así que lo inventaba. "La falsa tortuga", decía.
Alice tenía casi cuatro años cuando conoció a Dogson. Era a la vez arrogante y adorable, llena de preguntas extrañas y energía, tal como su contraparte ficticia. Ella era la hija del decano de Christ Church, el colegio de Oxford donde Dogson era profesor de matemáticas y conocido por su pasión por el novedoso arte de la fotografía. Él era una compañía fantástica, dijo Alice, cuando la entrevistó su hijo Caryl para una revista en 1932. "Ser fotografiados era para nosotros una diversión, no un castigo, como lo sentían muchos niños", decía.
Dogson y Alice continuaron su amistad durante los próximos siete años. Sin embargo, justo cuando ésta era más estrecha que nunca, terminó repentinamente. Alice tenía 11 años; Dogson, 31. Las páginas del diario de Dogson sobre el período en que se distanciaron fueron arrancadas por su sobrina después de su muerte. Claramente algo ocurrió en esos días que ella no quería que quedara para la posteridad.
Con los años, muchos han elaborado teorías: Dogson estaba enamorado de la hermana mayor de Alice, Ina; o de la niñera; incluso de la madre de Alice. Otros han teorizado que no hubo una separación definitiva, sólo un alejamiento gradual. Para mí, los diarios dejan evidencia de un quiebre brutal. Dogson veía a la familia casi a diario antes del 27 de junio de 1863. Pero después de esa fecha no hay ni una sola mención a los Liddell durante los próximos cinco meses.
La explicación más interesante para mí es que Dogson estaba enamorado de Alice. Fue para ella que creó el País de las Maravillas; en ella concentró sus energías; y a ella se refirió, mucho tiempo después, en 1885, como "mi niña-amiga ideal". Pero si Dogson estaba enamorado de Alice, ciertamente no existe ninguna evidencia de alguna actividad sexual inapropiada. Ella lo recordaba con alegría; sus otros niños-amigos también.
Entonces, ¿por qué terminó la relación? Posiblemente porque la mamá de Alice, mi tatarabuela, Lorina Liddell, era ambiciosa, autoritaria y snob. Un profesor de matemáticas no era ni por lejos el marido ideal para su hermosa hija. El hombre con el que ella se casó fue Reginald Hargeaves. Él era rico, de campo, pero no tenía los altos estándares intelectuales a los que ella estaba acostumbrada.
Alice vio a Dogson muy pocas veces después de que se casó. Mi madre recuerda una carta en la que ella le pide ser el padrino de uno de sus hijos, pero él dijo que no cuando se enteró de que era un niño. Ese bebé, mi abuelo, se llamó Caryl. Siempre negó que fue bautizado con ese nombre por Lewis Carroll, pero, en todo caso, es una referencia extraordinaria y un nombre poco común. Alice se conformó con su vida campesina: manejando su casa, criando a sus tres hijos, atendiendo reuniones del pueblo. Todo muy mundano, comparado con la vida de niñez.
Ahora, cada vez que mencionan a Alicia siento una emoción por el reconocimiento. Aún no le leo el libro a mi hijo, de cuatro años, pero los personajes inspirados por mi bisabuela son ahora arquetipos, así que los conoce. Y muy a menudo me pide mostrarle escenas de las películas en YouTube.

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