martes, 28 de diciembre de 2010

Bomba nuclear


Era 600 veces más poderosa que la detonada en Hiroshima:
Casa Blanca "jubila" la bomba nuclear más obsoleta y destructiva del arsenal de Estados Unidos

Conocida como B-53, durante más de tres décadas fue una de las piezas clave del sistema ofensivo atómico de este país.  


ALBERTO ROJAS MOSCOSO 
La noticia de que la Casa Blanca había dado "luz verde" para proceder al desmantelamiento de las últimas cincuenta bombas nucleares B-53 de su arsenal no pudo pasar más inadvertida.
Para muchos, probablemente no era más que otro remanente de los tiempos de la Guerra Fría. Y en cierto modo eso es correcto, aunque se tratara de una de las armas de destrucción masiva más devastadoras que se hayan diseñado durante el siglo XX.
La B-53 tenía una capacidad destructiva de nueve megatones -algo inexistente en los arsenales modernos-, equivalente a 600 veces la bomba lanzada sobre Hiroshima en 1945.
En ese entonces, "Little Boy" aniquiló instantáneamente a más de 200.000 japoneses y la radiación liberada causó la muerte de 100.000 más en los cinco años posteriores.
"La B-53 era una bomba obsoleta. Durante muchos años, Estados Unidos necesitó un arma capaz de destruir los bunkers y centros de comando subterráneos de la Unión Soviética. Y cuando la amenaza desapareció, un arma de ese tipo ya no se justificaba", dice a este diario John Pike, analista en temas de defensa y director del think tank GlobalSecurity.org.
Arsenal actual
La decisión del Presidente Obama -que ha hecho del desarme nuclear una de sus banderas de lucha- ciertamente se justifica en la medida en que las bombas nucleares actuales son mucho más precisas y, por lo mismo, requieren una carga radiactiva menor. Y que están en permanente renovación.
De hecho, la Casa Blanca está considerando gastar US$ 180 mil millones en los próximos diez años para modernizar su arsenal nuclear y reemplazar tanto sus misiles intercontinentales como los submarinos y bombaderos estratégicos que las transporten.
La B-53 representó desde un comienzo la mentalidad de los estrategas estadounidenses de fines de la década de 1950, cuando la Unión Soviética ya era vista como una amenaza global.
Entre los años 1962 y 1965 se construyeron 340 bombas de este tipo, que tenían la particularidad de que debían ser lanzadas desde bombarderos B-52 o B-58.
"Utilizaba un sistema de (cinco) paracaídas para retardar su caída y así dar suficiente tiempo al bombardero que la había transportado para alejarse de la explosión", explica a este diario Stephen Schwartz, investigador del Centro de Estudios de No Proliferación Nuclear del Instituto Monterey (EE.UU.).
Paralelamente se desarrolló una versión gemela, la W-53, capaz de ser emplazada en misiles balísticos intercontinentales Titan II. Sin embargo, el estallido accidental de uno de estos proyectiles en septiembre de 1980, en Arkansas, llevó a dar de baja estos proyectiles.
La bomba W-53 que transportaba ese Titan II no detonó sólo porque estaba inactiva. Pero como eran consideradas demasiado peligrosas, en 1987 fueron retiradas del arsenal.
Las B-53 perduraron diez años más, hasta que fueron reemplazadas -pero no desmanteladas- por la bomba nuclear B-61-11, vigente hasta hoy, agrega Schwartz.
En un testimonio ante el Senado de EE.UU., el jefe de la National Nuclear Security Administration (NSSA), Thomas D'Agostino, explicó que desmantelar una sola bomba B-53 puede tomar cerca de un mes. Lo que implica que todo el proceso demorará poco más de cuatro años.
Según proyecciones de la NSSA, desmantelar todas las armas nucleares que hasta ahora han sido retiradas del arsenal estadounidense les tomará hasta el 2022. Un claro ejemplo del tiempo y dinero que requiere neutralizar las armas nucleares que se acumularon por décadas.
 Trabajo lento
La NSSA es la agencia encargada de desmantelar las armas nucleares de Estados Unidos, y, según Stephen Schwartz, del Instituto Monterey, realiza su trabajo con muy pocos recursos.
Por ejemplo, este año tiene asignados US$ 98 millones, y para el próximo US$ 58 millones, siendo que el presupuesto global para armas nucleares asciende a los US$ 6.000 millones.
"En los próximos doce años, la NSSA desmantelará un promedio de 375 ojivas anuales. Y la aprobación de un nuevo tratado de desarme START (con Rusia) sumará cientos de cabezas nucleares más", advierte Schwartz.

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