lunes, 20 de diciembre de 2010

El poder de la mente y el deporte

Viernes 29 de Octubre de 2010

Corridas de más de 5 kilómetros:
El poder de la mente hace la diferencia entre un runner de elite y uno aficionado

La preparación física no lo es todo para llegar a la meta. La voluntad puede eliminar dolores y fatigas, por eso los deportistas se entrenan para dominar la mente. Éstos son sus secretos en el comienzo de la temporada.  
Lorena Guzmán H

A los 30 kilómetros de correr recién empieza la maratón, dice Luisa Rivas, maratonista aficionada que participa en la categoría 55-59 años. "Y es ahí cuando la mente es fundamental para continuar".

Los maratonistas profesionales también se valen de sus cabezas, y tanto es así que preparan la parte psíquica al igual que la física para ganar las carreras.

"Cuando me quedan doce kilómetros por correr, justo cuando el cuerpo se agota completamente, hago un ejercicio con mi mente", cuenta Luisa. "Me concentro y pienso que mi mente está afuera de mi cuerpo, observándolo desde arriba y obligándolo a seguir. Así dejo de sentir dolor y fatiga, y mantengo el ritmo".

Enrique Aguayo, psicólogo deportivo del centro de medicina del deporte MEDS y del Centro de Alto Rendimiento (CAR), cuenta que tanto lo físico como lo psicológico están relacionados. "Los corredores aficionados que entrenan, que conocen sus aptitudes, desarrollan la confianza de que llegarán a la meta. Esa seguridad se basa en un hecho objetivo, pero actúa como un motor motivacional en la carrera".

Esa fuerza de voluntad y de enfocarse en algo puede ser muy poderosa, por ello debe estar fundada en condiciones reales. "Un deportista de elite que está pasando una mala racha no puede esperar incrementar su confianza si realmente su rendimiento no es el suficiente", explica el especialista. La confianza excesiva puede ser incluso peligrosa.

Luisa Rivas corre hace 20 años, pero empezó a entrenar con un experto hace 10. "Yo suelo bloquear mis dolores, pero una vez me excedí. Me dolía el tobillo y seguí corriendo, a pesar de que el dolor era muy intenso", recuerda.

Aunque cruzó la meta, estuvo un mes sin entrenar porque se había hecho una contusión ósea que por poco no llegó a ser una fractura. "Sabía que debía parar, pero no lo hice", confiesa. Hoy sí escucha a su cuerpo.

Aguayo explica que lo que entrenan los deportistas de alto rendimiento es la capacidad de cambiar el foco de concentración a su antojo.

"Generalmente estamos expuestos a muchos estímulos, pero somos capaces de concentrarnos en uno, según sea necesario. Pero si algo nos distrae, puede que traslademos ese foco sin darnos cuenta", dice.

"Es como ir sentado en una micro conversando con un amigo. Mientras el otro habla, uno le pone atención, pero si escucha la conversación del asiento de atrás y le interesa más, se deja de escuchar al que está enfrente", ejemplifica. Si se trata de un deportista de elite, éste puede dominar el impulso de desconcentrase.

Al igual que Luisa, un maratonista profesional puede dejar de pensar en el dolor del pie y enfocarse en su respiración. "Eso le permite hacer una pausa, para luego poder enfocarse en otra cosa como su postura corporal o el ritmo de trote que lleva", explica.

El problema es cuando esa obstinación por llegar a la meta provoca que se deje de escuchar al cuerpo, como le pasó a Luisa. El accidente que tuvo la nadadora Kristel Köbrich en los juegos olímpicos de Beijing, asegura Aguayo, fue justamente por esto.

"Por la alta temperatura del agua de la laguna en que competían, ella se deshidrató y se desmayó en el agua. Como no se sentía mal, no quiso hidratarse para no perder tiempo y bajar su récord. Demoraron hora y media en estabilizarla", recuerda el psicólogo.

Establecer el límite en la mente entre lo competitivo y lo peligroso es muy complejo en los profesionales, pero para los aficionados, dice Aguayo, el entrenamiento adecuado es la mejor manera de protegerse.

 Para llegar al finalPonerse una meta realista, acorde con el entrenamiento y las capacidades.

Plantearse minimetas y no pensar en los kilómetros que quedan.

No concentrarse en el dolor, porque éste crecerá y se hará más intenso.

Contener la respiración por unos segundos para concentrarse en ella, y dejar de pensar en la fatiga.

Mantener un ritmo constante de trote.

Escuchar al cuerpo; si el dolor es intenso, hay que parar.

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