Es inconcebible que estemos solos en el Universo
Viernes 8 de Octubre de 2010
Ingeniero aeronáutico que ha viajado dos veces al espacio visitó Chile:
El cosmos es tan vasto, dice el astronauta español Pedro Duque, que un día alguien responderá las señales enviadas al espacio desde la Tierra.
Richard García Dos veces ha estado en el espacio Pedro Duque (47). La primera fue en 1998, cuando viajó en el Discovery, oportunidad en que se transformó en un héroe nacional para los españoles y una figura mediática a la que todavía no se acostumbra.
La segunda, en 2003, formó parte de la tripulación de una nave Soyuz rusa que viajó a la Estación Espacial Internacional, donde permaneció 10 días haciendo experimentos científicos.
"Es una experiencia única; uno es un privilegiado que pertenece a un club de apenas 500 personas", cuenta en conversación con "El Mercurio".
Este ingeniero aeronáutico visitó esta semana Chile para participar en el congreso latinoamericano de observación de la Tierra por el satélite LARS.
Enfatiza que ser astronauta es un trabajo, pero de él se obtiene una experiencia única. "Es una gran responsabilidad también porque uno representa a un país o a una comunidad científica para la cual estás haciendo experimentos. Pero luego allá arriba los sentimientos son completamente únicos, ver la Tierra desde arriba, la ingravidez, todo eso es algo difícil de describir".
El miedo y la soledad no fueron un problema allá arriba, dice. "Vamos con mucha preparación, más o menos sabemos lo que puede ocurrir y dónde están los riesgos. Justamente el entrenamiento previo está dirigido a que uno no tenga miedo y sea ineficiente por ello. Siempre hay alguien de la tripulación, y desde la Tierra nos ayudan, por lo que la soledad no es algo que haya sentido arriba".
La ingravidez es omnipresente durante todo el viaje. "Todavía no existe nave alguna que cree condiciones artificiales de gravedad. Cambia mucho, pero uno se acostumbra. Al principio es desconcertante, pero después resulta divertido. Hay que aprender a moverse de forma completamente distinta, aprender a no soltar los objetos, a pegarlos siempre porque si no salen volando".
Hace cuatro años que se retiró de la Agencia Espacial Europea para desarrollarse en el área privada. Sigue en la reserva y no descarta volver.
No le ha tocado ver nada raro en sus viajes ni tampoco lo ha escuchado de sus compañeros, pero no descarta que exista vida inteligente en algún otro lugar. "Pero como dice Carl Sagan en 'Contacto', somos una civilización muy joven. Hace muy poco tiempo que viajan nuestras señales por el espacio. Un día habrá alguien que las detecte y las conteste. El Universo es tan gigantesco que es inconcebible que estemos solos".
De momento, su actividad está centrada en el primer satélite de observación desarrollado con capital privado en Europa. "Es propiedad de una compañía española, pero puede tomar imágenes de cualquier ciudad del mundo. Sólo hay que llamar y se les hace la imagen que necesiten", dice.
Reconoce que hoy los temas presupuestarios tienen a los europeos desarrollando proyectos espaciales a un décimo de la capacidad que los estadounidenses, y estos últimos todavía no tienen claro tampoco cuál será su destino próximo. Advierte que ambos deberán ponerse al día porque corren el riesgo de ser relevados. "El interés del público, en especial de las generaciones jóvenes, es tan grande que la exploración espacial va a salir de algún lado. No podemos ignorarla para siempre. Si no lo hacen Estados Unidos, Europa o Japón, vendrá alguien que explote ese interés y proporcione a la humanidad lo que está pidiendo. Y está claro que las nuevas potencias tecnológicas asiáticas como China e India tienen totalmente la vocación de ocupar el hueco que dejan las potencias tradicionales".
Ingeniero aeronáutico que ha viajado dos veces al espacio visitó Chile:
El cosmos es tan vasto, dice el astronauta español Pedro Duque, que un día alguien responderá las señales enviadas al espacio desde la Tierra.
Richard García Dos veces ha estado en el espacio Pedro Duque (47). La primera fue en 1998, cuando viajó en el Discovery, oportunidad en que se transformó en un héroe nacional para los españoles y una figura mediática a la que todavía no se acostumbra.
La segunda, en 2003, formó parte de la tripulación de una nave Soyuz rusa que viajó a la Estación Espacial Internacional, donde permaneció 10 días haciendo experimentos científicos.
"Es una experiencia única; uno es un privilegiado que pertenece a un club de apenas 500 personas", cuenta en conversación con "El Mercurio".
Este ingeniero aeronáutico visitó esta semana Chile para participar en el congreso latinoamericano de observación de la Tierra por el satélite LARS.
Enfatiza que ser astronauta es un trabajo, pero de él se obtiene una experiencia única. "Es una gran responsabilidad también porque uno representa a un país o a una comunidad científica para la cual estás haciendo experimentos. Pero luego allá arriba los sentimientos son completamente únicos, ver la Tierra desde arriba, la ingravidez, todo eso es algo difícil de describir".
El miedo y la soledad no fueron un problema allá arriba, dice. "Vamos con mucha preparación, más o menos sabemos lo que puede ocurrir y dónde están los riesgos. Justamente el entrenamiento previo está dirigido a que uno no tenga miedo y sea ineficiente por ello. Siempre hay alguien de la tripulación, y desde la Tierra nos ayudan, por lo que la soledad no es algo que haya sentido arriba".
La ingravidez es omnipresente durante todo el viaje. "Todavía no existe nave alguna que cree condiciones artificiales de gravedad. Cambia mucho, pero uno se acostumbra. Al principio es desconcertante, pero después resulta divertido. Hay que aprender a moverse de forma completamente distinta, aprender a no soltar los objetos, a pegarlos siempre porque si no salen volando".
Hace cuatro años que se retiró de la Agencia Espacial Europea para desarrollarse en el área privada. Sigue en la reserva y no descarta volver.
No le ha tocado ver nada raro en sus viajes ni tampoco lo ha escuchado de sus compañeros, pero no descarta que exista vida inteligente en algún otro lugar. "Pero como dice Carl Sagan en 'Contacto', somos una civilización muy joven. Hace muy poco tiempo que viajan nuestras señales por el espacio. Un día habrá alguien que las detecte y las conteste. El Universo es tan gigantesco que es inconcebible que estemos solos".
De momento, su actividad está centrada en el primer satélite de observación desarrollado con capital privado en Europa. "Es propiedad de una compañía española, pero puede tomar imágenes de cualquier ciudad del mundo. Sólo hay que llamar y se les hace la imagen que necesiten", dice.
Reconoce que hoy los temas presupuestarios tienen a los europeos desarrollando proyectos espaciales a un décimo de la capacidad que los estadounidenses, y estos últimos todavía no tienen claro tampoco cuál será su destino próximo. Advierte que ambos deberán ponerse al día porque corren el riesgo de ser relevados. "El interés del público, en especial de las generaciones jóvenes, es tan grande que la exploración espacial va a salir de algún lado. No podemos ignorarla para siempre. Si no lo hacen Estados Unidos, Europa o Japón, vendrá alguien que explote ese interés y proporcione a la humanidad lo que está pidiendo. Y está claro que las nuevas potencias tecnológicas asiáticas como China e India tienen totalmente la vocación de ocupar el hueco que dejan las potencias tradicionales".
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